El asteroide 2024 YR4 ha activado por primera vez el Protocolo de Seguridad Planetaria de la ONU debido a su potencial riesgo de impacto contra la Tierra. Con un diámetro estimado de entre 40 y 90 metros, este cuerpo celeste presenta una probabilidad del 1.3% de colisionar con nuestro planeta el 22 de diciembre de 2032. Aunque esta posibilidad es baja, ha sido suficiente para que agencias espaciales como la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) inicien una observación intensiva de su trayectoria.

Según José María Madiedo, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía del CSIC, al superar el 1% de probabilidad de impacto y debido a su tamaño considerable, es necesario implementar un seguimiento estricto para determinar su verdadera amenaza. Durante los próximos meses, los astrónomos trabajarán en precisar su órbita, determinar su composición y evaluar posibles escenarios de impacto.

Por el momento, la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) ha identificado un amplio pasillo de riesgo que incluye el océano Pacífico, el norte de Sudamérica, el Atlántico, África y el sur de Asia. Sin embargo, debido a la incertidumbre en los cálculos actuales, estas áreas podrían cambiar conforme se obtengan datos más precisos.

El astrónomo René Duffard señala que el asteroide fue descubierto recientemente y que su trayectoria todavía es incierta. "Es como tratar de predecir el recorrido de una persona en una pista de atletismo basándonos en sus primeros tres pasos", explicó. A medida que se obtengan más observaciones, es probable que la posibilidad de impacto disminuya significativamente.

Si el asteroide llegara a colisionar, los científicos advierten que los efectos dependerían del punto de impacto. Si cayera en el océano, podría generar un tsunami, mientras que si lo hiciera en tierra, provocaría una explosión con una gran onda expansiva. Eventos similares han ocurrido en el pasado, como la explosión del meteorito sobre Cheliábinsk en 2013, que dejó 1,500 heridos y daños materiales.

No obstante, los expertos confían en que, si se confirma la amenaza, se podrían aplicar medidas de desviación como las probadas con éxito en la misión DART de la NASA en 2022, que logró modificar la órbita de un asteroide.

Por ahora, la comunidad científica continuará monitoreando al 2024 YR4 hasta abril de este año, antes de que se aleje de la Tierra. Se espera que vuelva a ser visible en diciembre de 2028, sin representar un peligro en esa ocasión.