El pasado 22 de agosto, México emitió 152.200 millones de yenes (equivalentes a US$1.040 millones) a través de bonos samurái, según informó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Esta colocación financiera se produce en un contexto de creciente preocupación por el déficit fiscal del país, que ha alcanzado niveles no vistos en más de 30 años.

Qué son los bonos samurái?

Los bonos samurái son instrumentos de deuda emitidos por entidades extranjeras en el mercado japonés y denominados en yenes. Permiten a los gobiernos y compañías acceder a capital de inversores japoneses atraídos por la estabilidad de dicho mercado. Además, ofrecen tipos de interés más bajos que en otros mercados internacionales, como Estados Unidos o Europa, lo que abarata los costos de financiamiento.

México y su relación con los bonos samurái

México ha utilizado regularmente este instrumento de deuda, emitiendo bonos samurái aproximadamente cada dos años. Según expertos, estos bonos ayudan a diversificar la deuda externa del país y a expandir la base de inversionistas, lo que reduce riesgos financieros. Además, sirven como referencia para emisores corporativos que también buscan financiamiento en Japón.

A pesar de la última emisión por más de US$1.040 millones, los bonos samurái solo representan un 3% del total de la deuda externa de México, siendo la mayoría de esta deuda en dólares y pesos mexicanos. Sin embargo, la estabilidad y baja volatilidad del mercado japonés siguen siendo un atractivo importante.

Colocación y objetivos

La emisión de bonos samurái mexicanos incluyó colocaciones a plazos de tres, cinco, siete, diez y 20 años, con tasas de interés que oscilan entre el 1,43% y el 2,93%. Los fondos obtenidos se destinarán a proyectos enfocados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.

Aunque la operación se encareció por el reciente aumento de los tipos de interés en Japón, la colocación fue exitosa, demostrando el interés de los inversores por los títulos de deuda mexicana.

Situación financiera de México

A pesar del éxito de esta operación, el déficit fiscal del país, que superará el 5% del PIB en 2024, ha generado preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal. Los elevados gastos públicos en proyectos como el Tren Maya y la refinería Dos Bocas han aumentado el déficit, rompiendo con décadas de rigor presupuestario. Aunque la deuda de México se mantiene por debajo del promedio regional, los analistas subrayan la necesidad de medidas para evitar que el déficit se convierta en un problema mayor a largo plazo.

La presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha prometido reducir el déficit, aunque aún no se conocen detalles concretos sobre cómo planea lograrlo.