Durante años, el sueño fue considerado un lujo o un signo de falta de ambición, pero investigaciones recientes han demostrado que es fundamental para el bienestar físico y mental. Según el neurocientífico Russell Foster de la Universidad de Oxford, dormir lo suficiente impacta directamente la toma de decisiones, la empatía y otras habilidades cognitivas. La falta de sueño afecta nuestra productividad, humor y, a largo plazo, está relacionada con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
El cerebro utiliza el sueño para eliminar proteínas como la beta amiloide, cuya acumulación aumenta el riesgo de demencia. Incluso una sola noche sin dormir puede elevar sus niveles, aunque Foster aclara que esto no significa que todas las personas con esta proteína desarrollen demencia, ya que hay otros factores de riesgo implicados.
Históricamente, el sueño fue subestimado, especialmente desde la Revolución Industrial, cuando se asoció con falta de productividad. Sin embargo, la ciencia actual recalca que dormir bien no es un lujo, sino una necesidad para mantener la salud y prevenir el deterioro cognitivo.
El estrés es uno de los mayores enemigos del sueño. Abordar las causas de la ansiedad, más que recurrir a medicamentos, es fundamental para lograr un descanso reparador. Dormir bien mejora la calidad de vida y debería ser una prioridad en nuestras rutinas.
Priorizar el descanso es invertir en bienestar y longevidad.